Actualización 03/02/14. Pueden leer la segunda parte del artículo aquí.
La misandria está tan instalada en nuestra sociedad que muchos encuentran difícil verla y denunciarla aunque se encuentre delante de sus narices. De hecho, un periódico de tirada nacional como El País puede publicar un artículo cuyo único objetivo es difamar al varón y recibir como respuesta el silencio de la sociedad, con la excepción de algunos comentaristas. El ensayo en cuestión fue escrito por José Ignacio Torreblanca y se titula “El varón, arma de destrucción masiva”.
Aquellos que lo han leído quizá se pregunten “¿acaso es misandria señalar que el 90% del crimen violento es cometido por varones y que también han sido en su inmensa mayoría el brazo ejecutor de los conflictos bélicos?” Mi respuesta en este caso es que no. Citar esos datos no constituye un acto de misandria, en cuanto a que son, con algunas puntualizaciones, ciertos, y yo mismo los he utilizado en mis discusiones (sus cifras sobre la victimización femenina, sin embargo, son discutibles). Lo que constituye misandria en este artículo son la ausencia intencionada de contexto y el objetivo que el autor persigue con este escrito.
Torreblanca no quiere entrar en las causas de la violencia masculina, que podrían haberse explicado aunque fuera superficialmente. ¿La razón? Con su artículo lo que pretende, y en eso es bien explícito, es que se señale mucho más el sexo de quien comete la violencia cuando hay un debate público sobre este tema. Cito (el subrayado es mío):
La cruda realidad es que, desde la noche de los tiempos, el ser humano ha mostrado una increíble capacidad de matar, y de hacerlo en masa y sostenidamente, y para ello se ha servido de cualquier cosa a su alcance: un machete, un AK-47, explosivos convencionales o bombas atómicas. Un momento: “¿el ser humano?”. No exactamente. La práctica totalidad de todas estas muertes tienen en común un hecho tan relevante como invisible en el debate público: que fueron varones los que los cometieron (…).
Existen muchas posibles, y complejas, explicaciones sobre estos hechos. Tampoco son fáciles las respuestas que debamos dar, y mucho menos las medidas a adoptar. Pero los hechos están ahí, y son incontestables: los varones matan y se matan, mucho, y ejercen mucha violencia contra las mujeres. Sin embargo, el debate público sobre este hecho es inexistente. Antes que repuestas, este debate requiere preguntas, en realidad una sola pregunta: ¿son los varones armas de destrucción masiva?
Claro que si no queremos empezar este debate por las causas del problema, ¿qué se pretende lograr exactamente con las preguntas, o mejor dicho, su única pregunta (que por cierto él responde en su artículo)?. Voy a mostrarles lo que pretende con un ejemplo en el que también los datos son “incontestables”. Ya que Torreblanca ha utilizado estadísticas del crimen en Estados Unidos para hacer su caso, voy a utilizar las mismas fuentes en mi ejemplo.