La autora de esta entrada es Sandra, una comentarista habitual en esta bitácora.
Carlos Rodríguez me propone escribir un artículo sobre las protestas encabezadas por mujeres en regímenes dictatoriales, y en las que yo planteo como hipótesis que dichas manifestaciones han sido posibles gracias a la consuetudinaria inhibición de la agresión hacia miembros del sexo opuesto (en la medida que los gobernantes así como los miembros de las fuerzas policiales y militares han sido tradicionalmente varones), y por la también sobreprotección otorgada socialmente a las mujeres. Un supuesto que choca frontalmente con la idea de “feminicidio” que sostiene el feminismo. Porque no es que a las mujeres las maten por el mero hecho de ser mujeres -una tipología de crimen en la que sólo podría admitirse los casos de determinados asesinos en serie-, sino que es todo lo contrario, ya que las mujeres siempre han sido menos reprimidas, precisamente por el mero hecho de ser mujeres.
Ya hemos reseñado los casos de las madres de la Plaza de Mayo en Argentina, de las Damas de Blanco, en la Cuba castrista, y las protestas de Rosenstraße en la Alemania nazi. He mencionado también un caso de la historia local española durante la dictadura del general Franco. Ahora citaré el caso de la Revolución Rusa de 1917:
La Revolución de Febrero de 1917 en el Imperio ruso marcó la primera etapa de la Revolución rusa de 1917. (…) Las primeras en rebelarse fueron las hilanderas de las fábricas textiles del distrito de Výborg al norte de Petrogrado; 37 siete mil de ellas marcharon a otras fábricas y hacia las diez de la mañana habían logrado movilizar a otros veinte mil obreros. (…) Las tropas, sin embargo, comenzaron a mostrar su simpatía por los manifestantes, especialmente por las mujeres, que les intimaban a no disparar a los que sólo pedían comida. (…) Las mujeres seguían encabezando las marchas y trataban de convencer a las tropas, cada vez más hostiles a sus oficiales, a unirse a las protestas. (…) Pocas horas después, se producían las primeras deserciones entre las fuerzas de seguridad: algunas trabajadoras lograban que unos soldados que bloqueaban la esquina de Nevski Prospekt con la calle Sadóvaia se uniesen a los manifestantes.
Supongo que habría que profundizar en el conocimiento de los hechos de 1917, pero a primera vista parece detectarse un protagonismo diferente de las mujeres, ya sea como agitadoras (arrastran a los varones a la revuelta) o como potenciales víctimas de la represión (logran que las tropas no disparen contra los manifestantes). Y por eso mismo este pasaje de la revolución rusa tanto cabría insertarlo aquí, como en otra entrada que Carlos Rodríguez publicó en este blog, y titulada “El poder femenino en la Guerra de los Cristeros: lecciones para el presente”.
Ya comentábamos en otra ocasión que el hecho de ser mujer proporciona una protección relativa frente a la represión. Protección relativa porque ser mujer y rebelarse contra el poder no excluye totalmente la posibilidad de ser reprimidas. En el siguiente ejemplo de la España de la monarquía de Alfonso XIII, la represión la sufrieron mujeres y niños. ¿Por qué no había hombres adultos encabezando esa manifestación? ¿Acaso porque ellas pensaban que -con razón o con mucha ingenuidad- por ser mujeres no las iban a reprimir?
Se conoce con el nombre de Semana Trágica a los acontecimientos desarrollados en Barcelona y otras ciudades de Cataluña, entre el 26 de julio y el 2 de agosto de 1909. El desencadenante de estos violentos acontecimientos fue el decreto del primer ministro Antonio Maura de enviar tropas de reserva a las posesiones españolas en Marruecos, en ese momento muy inestables, siendo la mayoría de estos reservistas padres de familia de las clases obreras. (…) Una manifestación encabezada por mujeres y niños fue disuelta a tiros en el Paseo de Colón, frente al edificio de la Capitanía General. A partir de entonces la revuelta se transformó en insurrección.
Al igual que en el caso de la revolución rusa, también hay hechos de la Semana Trágica que merecerían ser insertados en otras entradas de este blog, tal como la dedicada a las Plumas Blancas durante la primera guerra mundial:
En Barcelona los embarques de tropas en el puerto comenzaron el día 11 de julio sin que se produjeran incidentes. Pero en la tarde del domingo 18 de julio cuando se procedía al embarque del batallón de Cazadores de Reus, integrado en la Brigada Mixta de Cataluña, la tensión estalló. Algunos soldados arrojaron al mar los escapularios y medallas que varias aristócratas barcelonesas les habían entregado antes de subir al vapor militar Cataluña, mientras hombres y mujeres gritaban desde los muelles: ¡Abajo la guerra! ¡Que vayan los ricos! ¡Todos o ninguno!
Creo que antes de sacar conclusiones lo ideal sería dejar abierta esta entrada para que, entre todas las personas que aquí escriben, ir aportando información sobre otros casos históricos similares y para los que exista documentación a la que remitirse.