“Vuelve con tu escudo, o sobre él” (Plutarco, Moralia, 240 F 16)
Cuando se utiliza la perspectiva de género para analizar fenómenos como la guerra, se suele retratar a los hombres como agresores y a las mujeres como víctimas. Un ejemplo es el artículo de Internacional de Resistentes a la Guerra “La masculinidad como causa de la guerra. Las mujeres como víctimas de la guerra”, cuyo título no podía ser más claro al respecto. También se trata de la visión sostenida desde los organismos internacionales, con una pequeña modificación:
Resoluciones previas de la ONU habían tratado a las mujeres únicamente como víctimas de guerra, necesitadas de protección. Sin embargo, la 1325 reconocía también a las mujeres como agentes activas en la construcción de la paz y la seguridad
En este espacio hemos presentado numerosos ejemplos que desafían esta narrativa limitadora, pero se trata de una visión tan arraigada que nunca está de más añadir otro. En el presente artículo trataremos la relación materno-filial dentro de la antigua Esparta en el contexto bélico. Para ello presentaré algunos de los fragmentos del texto de Plutarco Obras morales y de costumbres (Moralia), 240C-241D. He marcado los casos más interesantes con resaltado y subrayado. Mis comentarios aparecen en rojo entre corchetes.
Moralia
Plutarco
Damatria, como consecuencia de haber oído que su hijo era cobarde e indigno de ella, cuando se presentó, lo mató. Éste es el epigrama que le hace referencia:
Al que transgredió las leyes, a Damatrio, al espartano, mató su madre, la espartana.
1. Otra espartana mató a su hijo porque había abandonado la línea de combate, pues lo consideró indigno de la patria, y dijo: “No es mío el vástago”. Éste es el epigrama que le hace referencia:
Corre, vil vástago, por la tiniebla, por cuya aversión ni el Eurotas fluye para las temerosas ciernas. Inútil despojo, vil resto, corre hacia el Hades, corre, jamás alumbré nada indigno de Esparta.
2. Otra, al oír que su hijo había caído en el campo de batalla, dijo: “Que los cobardes lloren; pero yo, a ti, hijo, sin lágrimas te entierro, a ti, que eres mío y también de Esparta”.
3. Una mujer, al oír que su hijo se había salvado y que había huido de los enemigos, le escribió: “Una mala fama se ha extendido sobre ti, o lávala enseguida o no seas”.
4. Otra, como sus hijos huyeran de la batalla y se presentaran ante ella, dijo: “¿Adónde venís después de haberos escapado, esclavos ruines? ¿Acaso tenéis intención de ocultaros aquí de dónde salisteis?” y levantándose su ropa, se lo enseñó» [la reacción es idéntica a la que experimentó Teodorico. También es curioso el uso de la palabra “esclavo” para referirse a los hijos, aunque no podemos sacar muchas conclusiones sin un análisis de la palabra original griega en el contexto de la época].
5. Una mujer, al ver que su hijo se acercaba, le preguntó: “¿Qué hace la patria?” Y éste respondió: “Todos han muerto.” Ella cogió una teja, se la tiró y lo mató, diciendo: “¿A ti, pues, te enviaron a nosotras como mensajero de malas noticias?”