La incitadora: el papel de la mujer en la guerra deudas de sangre (II)

En la primera parte de esta serie de artículos examinamos el papel de la mujer en la guerra y las deudas de sangre dentro de las sociedades germano-escandinavas. En esta segunda parte exploramos el mismo tema en la sociedad árabe preislámica.

Como de costumbre debo aclarar que el artículo no pretende criminalizar a la mujer, sino explicar que la violencia comunitaria de las sociedades descritas no era simplemente “un asunto de hombres”. Si bien los varones eran quienes ejercían dicha violencia, lo hacían por una expectativa cultural relacionada con su rol de género, y no necesariamente porque fuera su decisión. Muchas veces, como veremos, eran empujados contra su voluntad tras la apelación a su hombría realizada por las mujeres de la familia. En resumen: igual que los hombres podían exigir a las mujeres determinados comportamientos relacionados con su rol de género, la mujer podía hacer lo propio con el hombre: exigiendo que cumpliera con su papel de protector, proveedor o ejecutor de la violencia en determinadas circunstancias.

La poesía de la venganza

Al igual que en el caso de las sociedades nórdicas, la literatura se convierte en una fuente esencial para estudiar dinámicas sobre las que no hay muchos registros históricos. En este caso cabe destacar el tahrid, un género poético que trata justamente sobre mujeres que incitan a los hombres a la venganza.

En la primera parte de esta entrada traduciré algunos fragmentos del artículo “taḥrīḍ: women inciting men to kill other men” (tahrid: mujeres que incitan a hombres a matar a otros hombres), de Douglas Galbi. Las citas y fuentes pueden encontrarse en el artículo original.

 Tahrid: mujeres que incitan a hombres a matar a otros hombres

Douglas Galbi

Los poetas de la Arabia preislámica escribieron un género poético llamado tahrid. En el tahrid, una mujer incita a sus parientes varones a vengar la muerte de un familiar asesinado. Una forma de incitar a los hombres a la violencia es atacar su masculinidad. Este poema árabe atribuido a una mujer preislámica incitaba a la violencia de la siguiente manera:

Si no pretendes vengar a tu hermano,
deja tus armas
y arrójalas al suelo pedregoso.
Toma el lápiz de ojos, ponte la camisola,
¡Viste corpiños de mujer!
¡Qué despreciable pariente eres para un familiar oprimido!
Has sido desviado de vengar a tu hermano
por un bocado de carne picada,
un lametón de leche.

Avergonzar a los hombres también podía incitarlos a la violencia. El tahrid de otra mujer decía:

Si no atacas a los hombres de esa tribu
en una incursión por la mañana como se ha hablado
de todos los que vayan a por agua y vuelvan,
y asesten un golpe a los Banu Uqayl
después de que nada de ellos haya quedado en pie,
[hasta] entonces serán [ustedes] como esclavas
deshonradas por cada mano

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