Tradicionalmente, la guerra ha sido una profesión masculina. De hecho, antes de la histórica decisión de abrir posiciones de combate a las mujeres en febrero de 2013, sólo los hombres podían ocupar dichos puestos en las fuerzas armadas de Estados Unidos. Esto explica, en parte, por qué durante la Guerra de Irak el 97,6% de los soldados estadounidense fallecidos fueron hombres. Uno de los argumentos utilizados para no permitir el acceso a las mujeres ha sido que el público del país no estaba preparado para ver una gran cantidad de muertas en combate, pero lo cierto es que se han esgrimido muchas razones tanto a favor como en contra.
Sin embargo, echemos un vistazo a los civiles iraquíes que murieron en combate. La página web Iraq Body Count afirma que «mujeres y niños constituyen un 20% de todos los civiles muertos en combate». Por tanto, los hombres constituyeron el 80% de las muertes restantes (sin contar a los niños varones, incluidos en el 20% anterior). No estoy seguro de la razón por la que las muertes de los hombres no están reflejadas. Quizá resultaba innecesario al haberse indicado que el 20% eran mujeres y niños, pero voluntaria o involuntariamente esta práctica contribuye a la tradicional invisibilidad de las muertes masculinas. Como Hillary Clinton afirmó una vez «las mujeres siempre han sido las principales víctimas de la guerra. Pierden a sus maridos, padres e hijos en combate». Aquellos que pagan con su vida, sin embargo, no son considerados sus principales víctimas. Una visión que parece continuar hasta nuestros días.
¿Pero cómo murieron estos civiles?, ¿hay diferencias entre cómo mueren hombres y mujeres en estos conflictos? Según el artículo «Weapons that Kill Civilians«, publicado en The New England Journal of Medicine, la mayoría de las mujeres y niños iraquíes murieron como consecuencia de bombardeos y por otras armas que, en general, no discriminan a la hora de matar, aunque el resumen del artículo no ofrece porcentajes. Sin embargo encontramos que los varones civiles fallecidos constituyeron:
- El 91% de las muertes en combates donde se utilizaron con precisión armas de fuego
- El 95% de las muertes por ejecución
- El 97% de las muertes por tortura y posterior ejecución
En resumen, los varones, sean civiles o militares, son el objetivo principal los ataques, mientras que las muertes de mujeres y niños tienden a ser más «colaterales», a falta de un término mejor. No cabe duda de que en ambas partes del conflicto, los varones sufrieron la peor parte.
Finalmente, carezco de estadísticas sobre las bajas militares del ejército iraquí, pero es fácil imaginar que no presentará una disparidad de género mayor que la del ejército estadounidense.
Ahora bien, ¿quién se benefició?
Aquí tienen una lista con las 25 compañías estadounidenses que más se beneficiaron con la guerra. Halliburton merece una mención especial con 17 billones (americanos) de dólares. Pero hay incluso un documento más detallado sobre los beneficios obtenidos por las compañías británicas que también se lucraron con el conflicto. Alguien podría señalar que estas compañías sólo pretendían ayudar a la reconstrucción de Iraq, pero como señaló la página Ethical Consumer, ¿por qué son las compañías occidentales, y no las iraquíes, las que se benefician?
Teniendo en cuenta que nunca se encontraron armas de destrucción masiva (el gran pretexto de la guerra) podemos concluir que, una vez más, la masculinidad actual, en su modalidad guerrero/protectora, fue utilizada injustamente y de forma abusiva para beneficio de unos pocos.
Anexo. «Los hombres mueren en la guerra porque los hombres aman la guerra»
Cuando muestro las cifras de varones muertos en la guerra, en contradicción con la idea popular que sostiene que mujeres y niños son sus principales víctimas, una reacción común es afirmar que «Los hombres mueren en la guerra porque los hombres aman la guerra». Sin embargo, George Bush, quien inició el conflicto en 2003 (además del de Afganistán), fue reelegido en 2004 por un electorado mayoritariamente femenino (54%). Si creemos la falsedad de que a los hombres aman la guerra (cuando también hay razones para alistarse como la falta de oportunidades laborales, entre otras), debemos pensar que desde luego no son los únicos.