La situación de los varones afganos

Imagen de The Independent

En este artículo voy a intentar tratar el futuro que le espera a los varones afganos tras la caída de Kabul a manos de los talibanes, puesto que gran parte de lo escrito desde una perspectiva de género se ha centrado en mujeres y niñas. Mi intención no es comparar ni minimizar el sufrimiento de ninguno de los dos sexos, sino explorar un ángulo al que rara vez se presta atención. Hay especialistas que podrían hacerlo mejor que yo, pero por el momento no he encontrado artículos dedicados sobre este tema, de modo que espero que, pese a sus faltas, este texto pueda al menos comenzar la conversación. 

¿Qué le espera a los varones afganos?

Vamos a comenzar con lo más obvio: los disidentes y aquellos que colaboraron con la coalición internacional corren un alto riesgo de ser torturados y/o ejecutados. Aunque las mujeres no escapan a las represalias, la mayor participación de los varones en el espacio público conllevará inevitablemente a que caigan abrumadoramente sobre ellos. 

Como ya vimos en esta misma bitácora, entre las víctimas civiles en Afganistán, los varones adultos constituyen la mayor parte de las muertes (el 69,6% la última vez que comprobé, en 2015). Esto se debe a que no se les considera civiles “neutros” con la misma frecuencia que a mujeres y niños, sino potenciales enemigos o activos a reclutar. Aunque el artículo “Género, reclutamiento y protección”, publicado por la Revista de Migraciones Forzadas, trata sobre el conflicto sirio y no afgano, explica bastante bien esta dinámica para quienes quieran saber más.

Las reglas para los hombres no son tan numerosas como las de las mujeres, pero también las hay. Sobre apariencia, dejarse barba será obligatorio, al igual que llevar el sombrero o turbante. Luego están las relativas a la segregación sexual, como por ejemplo no poder dirigirse a una mujer sin que la haya presentado primero uno de sus parientes masculinos. En este sentido se suele olvidar que los hombres también son condenados a morir lapidados por infidelidad conyugal, como describí en un artículo anterior.

Por otra parte, la segregación sexual también es un entorno en el que pueden abundar abusos y agresiones sexuales, como el caso de una red escolar en la que profesores y otros adultos pudieron haber abusado de más de 500 niños varones

Fuente: The Guardian

Los matrimonios de varones menores de edad (como los de las chicas) volverán a ser sancionados. No afirmo que volverán a ocurrir porque, como algunas de las cosas que he señalado y señalaré en este artículo, nunca dejaron hacerse incluso bajo la ocupación. La condena es tanto al retorno como a la continuidad. En el artículo “Boys with brides” se describe el caso de un niño de 12 años que tuvo que casarse con una mujer de 24 años para que sus tíos no se quedaran con la herencia de sus hermanas. Desde luego es más habitual ver a niñas menores con hombres mayores que a la inversa, pero más frecuentes aún son los matrimonios entre dos menores.  

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¿Crisis de la masculinidad o devaluación de la utilidad masculina?

Masculinidades en crisis 2

La expresión “crisis de la masculinidad” ha sido empleada para referirse a las transformaciones experimentadas por el hombre ante los cambios sociales ocurridos en las últimas décadas. Suele retratarse de forma simplista como el resultado de una batalla entre los sexos donde la mujer resultó vencedora, despojando al hombre de su liderazgo como cabeza de familia y sumiéndolo en un estado de confusión. Ritxar Bacete, autor en el área de las nuevas masculinidades, lo describe así:

Los hombres estamos en crisis. La idea obsoleta que tenemos de lo que significa ser hombre se está resquebrajando cuestionada por un cambio positivo, el de la liberación y el empoderamiento de las mujeres. En un proceso de revolución pacífica, ellas han logrado ponernos delante el espejo y esto nos ha hecho dudar de lo que somos realmente. Y de lo que queremos llegar a ser.[1]

…Son ellas, las mujeres, los movimientos feministas, las que han socavado los cimientos del sistema patriarcal, las que han cambiado las relaciones, las que han señalado críticamente esta “masculinidad hegemónica dominante” en la que se ha basado la sociedad y aunque siguen quedando demasiados vestigios, el viejo tablero ya no sirve.[2]

Luis Bonino, otro conocido autor en este campo, también retrata la adaptación masculina a los cambios recientes como un proceso mental interno provocado por la nueva realidad de las relaciones de género:

Lo que sí es verdad es que actualmente hay una gran crisis, pero de legitimación del modelo social de masculinidad tradicional. Dicha crisis quita validación a muchas «verdades» masculinas, entre ellas la de la «naturalidad» de la subordinación de la mujer, lo que genera no una crisis pero sí inquietud y desconcierto a muchos varones.[3]

El profesor de la Universidad Complutense Antonio Agustín García García intenta dotar a esta “crisis” de mayor profundidad histórica, pero termina describiéndola principalmente como una evolución interna.[4] Incluso un artículo publicado en Harvard Business Review no entra a valorar causas externas más allá de la emancipación femenina.[5]

Cuando la “crisis de la masculinidad” es retratada por la prensa, no sólo se describe con triunfalismo como una victoria de la mujer sobre el hombre, sino que se jacta de la torpeza de este último para enfrentarse a los nuevos retos. Como se afirmó en el artículo “Masculinidades en crisis” publicado por el diario El País: “Ellas se incorporan a los ámbitos y clichés ocupados tradicionalmente por hombres; ellos son incapaces de asemejarse a lo que las mujeres representan.”[6]

¿Pero nos encontramos realmente ante una “crisis de la masculinidad”?

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La deshumanización del varón. Fragmentos de la primera parte

American Civil War

En esta entrada les dejo con algunos fragmentos de la obra que estoy escribiendo: La deshumanización del varón.

El libro se divide en tres partes: pasado, presente y futuro. Los fragmentos que encontrarán a continuación corresponden a la primera parte. No he incluido las referencias bibliográficas, pero todos aquellos que participan en Patreon pueden encontrarlas en los capítulos correspondientes (que ya están disponibles para descargar).

Cada cita corresponde a un capítulo. La mayoría de los fragmentos fueron publicados con un mes de diferencia en la página de Facebook. Aquí los compilo todos y añado algunos que nunca aparecieron en la red social.

Capítulo I (Cita sobre el matrimonio)

Además de los casos de Nueva España, en otros lugares y períodos históricos era habitual que la mujer acudiera a las autoridades para denunciar el abandono de su esposo y forzarlo a regresar con ella. En la Sevilla del Siglo XVIII, el 58% de los pleitos iniciados por las mujeres en el arzobispado estaban relacionados con el abandono marital. Charles Donahue Jr. en su estudio sobre litigación marital en York en los siglos XIV y XV señala que las mujeres, además de ser más persistentes en su litigación, también estaban más determinadas a forzar el matrimonio que los hombres incluso cuando los beneficios económicos “no eran obvios”.

Otro ejemplo de que el matrimonio se consideraba generalmente como un objetivo a alcanzar, y no un yugo del que librarse, lo encontramos en los últimos años de la República romana, cuando la carencia de hombres debido a las guerras hizo que mujeres libres buscaran esposos entre los esclavos, pese a las airadas críticas de comentaristas contemporáneos. Esto llevaría a que en el 52 d.C. se estableciera una ley para prohibir estas uniones, y en el siglo III otra para impedir que las mujeres romanas liberaran esclavos para casarse con ellos. La primera, que convertía en esclavas a las mujeres libres casadas con esclavos, se aboliría unos 500 años más tarde con el Código Justiniano, no sin advertir que habría un castigo para los esclavos varones involucrados.

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La incitación femenina en las Guerras Carlistas

La incitación femenina en los conflictos armados ha sido un tema recurrente en esta bitácora y continúa dando de sí. Esta vez mostraremos un ejemplo tomado de las Guerras Carlistas en España.

El texto pertenece a la obra de Antonio Pérez de Olaguer, Estampas carlistas, de 1950, y fue originalmente publicado por Gregorio Luri en El Café de Ocata.

Estaba don Carlos de Borbón y de Austria-Este [Carlos VII para los carlistas] en el campamento de la Plewna, rodeado de generales ruso. Naturalmente los rusos abogaban por el valor personal de sus soldados. Y todo lo más que concedían era la igualdad de méritos entre los rusos y los españoles.

-Y, sin embargo -arguyó don Carlos-, aunque a ustedes les parezca mentira, hay algo que supera a esos soldados […]. He visto en Navarra a las muchachas bailando la jota bajo una verdadera lluvia de balas; a las madres pedir con lágrimas en los ojos, por temor a ser desatendidas, que admitiéramos a sus pequeñuelos en las filas para reemplazar a los grandes, muertos aquel mismo día, y a todas, sin que nadie pudiese impedírselo, acudir a los campos de batalla, en los puntos más peligrosos, para llevar agua, vino, municiones arrebatadas por sus manos al enemigo, y cerrando los puños llamar cobardes a sus hijos, a sus hermanos, a sus esposos, ¡los soldados más bravos del mundo!, increpándoles porque no hacían bastante, y diciéndoles: ‘Si nosotras estuviéramos en vuestro lugar, no quedaba un guiri para contarlo.» Al principio del levantamiento, por miedo a las burlas de las mujeres, pedían un fusil hasta los menos belicosos, prefiriendo arrostrar las granadas enemigas mejor que los alfilerazos femeninos.

Huelga decir, como siempre, que con esto no se intenta denostar a la mujer, sino mostrar una vez más que ningún sexo era moralmente superior. Los hombres eran los ejecutores de la guerra, pero eso no quiere decir que las mujeres fueran espectadoras pasivas que miraran con desaprobación la contienda.

Gracias a Athini Glaucopis por proporcionar el enlace.

Carta de una esposa a su marido, prisionero durante la Primera Guerra Mundial

Futitlity Closet

La carta

En Love Letters of the Great War (Cartas de Amor durante la Gran Guerra, 2014), Mandy Kirkby cita esta carta de una esposa a su marido, prisionero de guerra en 1917:

Estimado esposo:

Ésta es la última carta que voy a escribirte, porque el día 24 voy a casarme con otro hombre. Entonces no tendré que trabajar más. Ya he trabajado por tres largos años mientras estabas fuera de casa. Todos los demás hombres vuelven a su hogar los días libres, pero ustedes los prisioneros de guerra nunca vienen. Nadie sabe cuánto tiempo pasará hasta que regreses a casa. Por eso voy a casarme de nuevo. Entregaré a los niños al orfanato. ¡Me da asco llevar una vida como ésta! No hay forma de sobrevivir con estas miserables ayudas. En el trabajo siempre se llenan la boca hablando de las mujeres. Ahora no tengo que ir a trabajar, ahora otro hombre va a trabajar para mí. Todas las esposas cuyos maridos son prisioneros de guerra van a hacer lo mismo y se desharán de los niños. Tres años de trabajo son mucho para las mujeres y 20 marcos de ayuda con 10 marcos por niño no son suficientes. No se puede vivir de eso. Ahora todo es demasiado caro. Una libra de beicon cuesta 8 marcos, una camisa, 9 marcos.

Tu esposa

El autor afirma que no sabemos lo que ocurrió con esta pareja, pero las intenciones de la esposa parecen claras.

Vía: Futility Closet. Gracias a Athini Glaucopis por el enlace.

El comentario

Sería atrevido lanzar afirmaciones sobre la situación de hombres y mujeres en el imperio alemán (o en Silesia Superior) con el contenido de una sola carta. Sin embargo, puede constituir un interesante punto de partida para cuestionar elementos que la narrativa de género tiende a dar por sentado. En este documento encontramos que:

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