Es sobradamente conocido que los hombres cometen más crímenes violentos que las mujeres, incluyendo el asesinato, lo que en principio causaría la disparidad sexual en la aplicación de la pena capital. Nuestro artículo, sin embargo, demostrará que este hecho por sí mismo es insuficiente para explicar el desproporcionado número de varones que son ejecutados en comparación con las mujeres, constituyendo más del 99% a nivel mundial. Ofreceremos causas alternativas basándonos el contexto de otras discriminaciones penales existentes, así como factores culturales relacionados.
Pasado y presente del trato discriminatorio en Estados Unidos
Comenzamos con Estados Unidos por contar con las estadísticas más abundantes y fiables sobre la aplicación de la pena capital.
En su artículo “Unequal Before the Law: Men, Women and the Death Penalty” (Desiguales ante la ley: hombres, mujeres y la pena de muerte), Andrea Shapiro señalaba que aunque las mujeres cometen el 10% de los asesinatos, constituyen únicamente el 0,5% de los ejecutados (p. 447-448), y que la disparidad persiste incluso cuando el historial criminal es similar (p. 453)
¿Qué explica pues, esta diferencia de trato? Siempre es bueno consultar la Historia para sentar las bases del asunto, y lo que me resultó especialmente revelador fue una columna recogida en el Ohio Law Bulletin (Boletín Legal de Ohio) del año 1912, Volumen 57. Su título era “Mujeres jurado para juzgar a las asesinas”. Allí se relataba el problema que suponía para un jurado enteramente masculino condenar a mujeres asesinas en Chicago (no hablamos de sentenciar a muerte, sólo de condenarlas a cualquier pena). Las mujeres todavía no podían formar parte del jurado en el Estado de Illinois, y se argumentaba que esta participación sería la única manera de conseguir que las asesinas recibieran su merecido castigo. Veamos algunos fragmentos (p. 500-501):
“Es prácticamente imposible asegurar la condena de una mujer imputada por homicidio en Chicago bajo el presente sistema de jurado” dice Mr. Wayman [el fiscal del Estado]. “Doce hombres simplemente no pueden ser convencidos, no importa lo clara que sea la evidencia, de que una mujer sea culpable del crimen más grave posible. Por tanto he decidido anunciar que estoy a favor de tener mujeres jurado para juzgar a otras mujeres en casos de homicidio”.
Se realizó una investigación entre las mujeres confinadas en la cárcel del Condado de Cook a la espera de ser juzgadas por homicidio para determinar su reacción ante la posibilidad de que jurados de mujeres se encargaran de sus casos. Casi sin oposición parecían rechazar fuertemente a la idea. Fueron sinceras en sus declaraciones donde afirmaban que no querían mujeres en sus jurados.
St. Stephe consiguió de hecho recoger algunas de estas declaraciones:
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