Invirtiendo sexos. Lo que la campaña masiva para la circuncisión en África revela sobre la discriminación masculina

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Cartel del gobierno de Uganda. «¿Quiéres decir que no estás circuncidado?»

En este artículo no voy a realizar una comparación entre las circuncisiones masculina y femenina (quien quiera debatir dicho punto puede hacerlo en esta otra entrada). Lo que voy a pedirles es que imaginen un corte genital que extrajera una cantidad de tejido similar a la mujer, con los mismos “beneficios” y complicaciones, de modo que podamos concluir si la campaña de circuncisión masiva realizada en África por la OMS habría sido tolerable a la inversa.

Invirtiendo sexos

Imaginen por un momento que el corte genital femenino hubiera sido establecido originalmente como un ritual religioso y que numerosos testimonios defendieran su función para controlar la sexualidad femenina. Bueno, para esto no hay que imaginar mucho porque ya ocurre. Sigamos.

Como este corte no se considera ilegal ni inmoral, los interesados invierten millones en estudios para demostrar que es bueno para la salud, y consiguen encontrar algunos beneficios, incluyendo un 60% en la reducción del contagio del VIH por transmisión sexual. Hay más de una docena de investigaciones que no encuentran dicha correlación, pero convenientemente son ignoradas.

La OMS decide que un buen campo de experimentación es el África Subsahariana, debido a la elevada presencia del SIDA. Y aunque otorgando validez al hallazgo sería necesario cortar a 76 mujeres para salvar del contagio a una (mientras que otra quedaría infectada de todas formas) la OMS decide que vale la pena. Hay una protección más barata como el preservativo que reduce el contagio en un 90%, siendo 95 veces más rentable y menos invasiva, pero la OMS determina que aunque eso no le parece mal, continúa siendo necesario cortar el mayor número de mujeres posible. Sin embargo, hay un pequeño inconveniente… que las mujeres no quieren hacerlo y no pueden ser forzadas.

Para solventar este problema, se invierten enormes cantidades de dinero en publicidad, pero no meramente de tipo informativa: se realizan carteles donde los hombres muestran una expresión de rechazo a las mujeres no cortadas “¿Me estás diciendo que no te has circuncidado?”, y anuncios televisivos donde hombres afirman que el corte femenino les beneficia mucho, y que no considerarían una esposa que no estuviera cortada. La intención es que los hombres empujen a las mujeres a realizar el corte.

Como el asunto se percibe con urgencia, también realizan estudios donde valoran entregar comida a mujeres pobres (o un sorteo para obtenerla) a cambio de que realicen el corte genital. Claro que no toda la propaganda es negativa: también hay canciones interpretadas por estrellas de la región que las animan a dar el paso. Lo más dramático, sin embargo, es que quienes realizaban el corte por motivos tradicionales se ven legitimados y comienzan a cortar a otras mujeres por la fuerza.

Al final, después de 12 millones de mujeres cortadas (y contando), la OMS determina que la reducción del contagio en la última década no se ha debido a esta operación, sino a la concentración de recursos en grupos de riesgo. Es decir, no ha servido de mucho, pero se insiste en que continúe haciéndose.

Con esto tendríamos suficiente material para denunciar discriminación femenina en medios, revistas académicas, libros y programas de televisión. Pues bien, todo lo anterior le ha ocurrido y continúa ocurriendo a los hombres africanos sin que los medios hayan protestado lo más mínimo. En esta entrada les presentamos todos los detalles, así como las fuentes que sustentan el relato anterior.

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