Cuando pensamos en la palabra lapidación, visualizamos a la víctima invariablemente como una mujer. No es de extrañar: desde el relato bíblico de la adúltera perdonada por Jesús hasta la película La lapidación de Soraya, esta cruel ejecución ha sido retratada con rostro femenino. Tal ha sido la frecuencia de esta asociación que muchas personas desconocen que la lapidación es realidad un castigo que se aplica a ambos sexos por adulterio. Veamos por ejemplo el siguiente intercambio que tuvo lugar en Yahoo Respuestas Español tras la siguiente pregunta:
¿Por qué en algunas culturas se lapida a la mujer cuando comete adulterio, pero cuando es el hombre NO?
Entre las respuestas encontramos:
Por la misma razón que, hacen andar a la mujer tapada hasta la cabeza, la hacen caminar atrás del hombre, la pueden castigar cuando se les antoje etc. Porque son culturas, hiper machistas, llenas de prejuicios que, se inculcan de generación en generación, no se respetan a si mismo, como si ellos no hubiesen salido también de una mujer. En esas culturas, el maltrato a la mujer llega a limites enfermizos (Rankal).
Porque son culturas machistas de sociedades dominadas por hombres (?).
Porque desgraciadamente muchas culturas aun sugen influenciadas por el machismo (Sicard).
Porque en religiones como la del islam la mujer tienen un valor minimo , los que valen son los hombres por eso se les perdona el adulterio , y en muchas culturas es asi devido a que la mujer no es apta para hacer los mismos trabajos fisicos que el hombre (Dante).
Y así hasta once respuestas. Sólo una admite la posibilidad de lapidar a los varones, pero concluye que en realidad nunca ocurre. Sin embargo, todo el que haya explorado el tema de la lapidación sabe que los hombres tampoco se libran de este castigo cuando cometen adulterio. Veamos por ejemplo el caso de un hombre iraní que apareció en el diario El Mundo en 2009:
Un hombre ha sido lapidado en Irán tras admitir que había cometido adulterio. Se eleva así a cinco el número de personas ajusticiadas de esta manera en los últimos dos años en el país asiático. El condenado, que tenía 30 años, trabajaba para un despacho provincial del Ministerio de Comercio y vivía en Parsabad Moghan, una localidad cercana a Azerbayán.
El portavoz judicial Alireza Jamshidi confirmó que el hombre había sido lapidado y que la mujer con la que había tenido la relación se libró de la condena, debido a su arrepentimiento. «Lo que ha dicho sobre la lapidación es correcto. Sin embargo, la mujer se arrepintió… Entre los casos en los que la sentencia no se cumple es cuando hay un arrepentimiento de la persona involucrada».
También en Irán, unos meses atrás, dos hombres fueron lapidados por adulterio. Y dos años antes un informe de la Federación Internacional de Derechos Humanos relató, entre otras, la lapidación de Ja’afar Kiani:
“Informes no oficiales… indicaron que Ja’afar todavía estaba vivo después de la lapidación pero que su oído y nariz habían sido aplastados y cortados. Cuando un médico forense confirmó que todavía estaba vivo, Mr. [sic] le aplastó la cabeza con un gran bloque de cemento y lo mató (p. 40).
Nuevamente en 2009 encontramos la noticia de otro hombre lapidado por adulterio, esta vez en Somalia.
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