Movimientos por la igualdad frente a políticas identitarias

Duelo

Introducción

Es habitual encontrar en foros, bitácoras y redes sociales referencias a dos tipos de feminismo: el descrito como auténtico, que luchaba por la igualdad legal entre los sexos, y su versión actual, más parecido a un sindicato de mujeres donde se busca la mejora de condiciones del grupo (algo que no tiene por qué ser necesariamente negativo, pero que en muchas ocasiones termina siendo discriminatorio). Aunque el feminismo hegemónico actual se presenta como una continuación del anterior en forma de “olas”, considero más preciso afirmar que ha pasado de ser un movimiento por la igualdad a convertirse en uno de políticas identitarias. Este artículo explicará las diferencias entre ambos para invitar a que los movimientos por los derechos de los hombres permanezcan en el primer campo y eviten el segundo.

El fantástico artículo “Las políticas identitarias no continúan el trabajo de los movimientos por los derechos civiles”, escrito por Helen Pluckrose y James A. Lindsey, argumenta que movimientos como el orgullo gay, los derechos civiles o el feminismo liberal de segunda ola encajan dentro del liberalismo universalista, entendido en su postura filosófica y no económica. Estos movimientos extenderían derechos humanos, libertades e igualdad de oportunidades a grupos privados de ellos hasta ese momento, haciéndolos partícipes de la universalidad humana. Por el contrario, las políticas identitarias “se centran explícitamente en la identidad del grupo y buscan conferirse poder político promoviendo al grupo como una entidad monolítica y marginada, distinta de y polarizada contra, otro grupo que se describe monolíticamente como una entidad privilegiada”.

Pluckrose y Lindsey encuentras tres problemas con las políticas identitarias:

  • Epistemológico. Se basa en la altamente dudosa teoría del constructivismo social y en consecuencia produce lecturas altamente sesgadas de las situaciones
  • Psicológico. Su concentración en la identidad es divisoria, reduce la empatía entre los grupos y va contra el núcleo de la intuición moral de justicia y reciprocidad
  • Social. Al no mantener los principios de no-discriminación de forma consistente, amenaza con dañar o incluso deshacer tabúes sociales sobre juzgar a la gente por su raza, género o sexualidad

Mientras las políticas identitarias alimentan el tribalismo al que la mayoría somos proclives, los movimientos por la igualdad promueven la individualidad y universalidad: que la persona sea juzgada por su carácter, como individuo. Ello no quiere decir que el racismo, sexismo o la homofobia hayan desaparecido ni que deban ignorarse, sino que las propuestas para combatirlos han de presentarse en términos de justicia y derechos humanos universales.

Lo expuesto anteriormente es el resumen de un tema complejo, de modo que animo a leer el artículo original donde se desarrollan estas ideas y abordan sus orígenes. Dado que los autores no ofrecen un ejemplo concreto sobre cómo luchar contra la discriminación bajo estas premisas, mi aportación será ofrecer una guía general.

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Una explicación alternativa a las agresiones sexuales en Colonia

TUNISIA-POLITICS-REVOLUTION-ANNIVERSARY

Catorce días después de los incidentes de Colonia, en el país norteafricano de Túnez miles de hombres y mujeres salieron a las calles para celebrar el quinto aniversario de su revolución, origen de la Primavera Árabe. Una celebración que transcurrió sin incidentes, en contraste con las numerosas agresiones sexuales ocurridas en Colonia y otras ciudades alemanas durante la Nochevieja, donde se describió a los atacantes en su mayoría como “norteafricanos”. ¿Por qué ocurrieron estos hechos en Alemania pero no en Túnez?

Esta entrada tratará de cuestionar la validez del argumento más repetido hasta ahora a fin de explicar las agresiones: “eso es normal en sus países”. Para ello exploraremos los ataques ocurridos en la ciudad alemana, los que tuvieron lugar en la Primavera Árabe egipcia, el concepto de taharrush y las declaraciones del imán salafista de Colonia, Abu-Yusuf. Finalmente explicaremos cuál es la importancia de estos argumentos para las ideas que defendemos desde esta página.

Los ataques de Colonia

Una de las razones por las que se considera que los eventos de Nochevieja en Colonia son “normales en sus países de origen” es porque no se había visto nada semejante con anterioridad. El ataque se considera específico no sólo de las culturas de los agresores (descritos además como “norteafricanos” o “árabes”) sino parte de una normalidad ausente en Occidente.

Sin embargo, hay algunos factores que parecen indicar que los ataques, lejos de ser algo “normal en sus países” constituyen más bien una transgresión sus leyes y normas. Todos los relatos, por ejemplo, coinciden en que los agresores estaban borrachos, algo que va contra los principios del Islam sobre los que se guían estas culturas. Esto nos indicaría una transgresión religiosa en público, a la que siguen otro tipo de transgresiones como la sexual o el robo. Esto no es «lo normal» en sus países, como prueban las celebraciones de Túnez. Más bien parece que lo que guió a esta gente fue un sentimiento de impunidad para hacer lo que en sus lugares de origen no estaría tolerado, o al menos sería castigado con una mayor severidad y en ocasiones sin las garantías procesales que ofrecen los Estados democráticos.

Sé que estos países que voy a nombrar no son del Norte de África, pero pertenecen al mundo islámico y hay sospechosos de algunos de ellos en los ataques (5 iraníes, según Reuters). Pues bien, en 2015:

  • Pakistán ejecutó a 3 personas por violación (de menores fundamentalmente)
  • Arabia Saudí decapitó a 6 hombres por violación. Todas estas decapitaciones fueron realizadas en público, y todas las víctimas de violación fueron mujeres adultas.
  • El «premio», como era de esperar, se lo lleva Irán con 49 hombres ahorcados por violación, 29 de ellos en público. Todas las víctimas de violación excepto una fueron mujeres adultas.

Remarco la parte «en público» porque tiene la intención de disuadir, no alentar.

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