Una respuesta más a otra crítica sobre los memes que tratan la discriminación masculina

En un principio pensé no responder a este artículo, pues no tengo tiempo ni interés para “guerras de blogs” o de redes sociales, pero dado que la revista donde se publica tiene un importante alcance, con unos 100.000 seguidores en su página de Facebook en el momento de este escrito, decidí que era una buena oportunidad para ampliar las perspectivas de quienes les interese ver la otra cara de la moneda.

En la primera parte de esta entrada explicaré cuál es mi postura, algo que todos los críticos de mis memes parecen desconocer. En la segunda responderé a las 10 críticas realizadas por el artículo.

Mi postura

No me molesta la crítica a mi trabajo, lo que sí me molesta es que no hayan pasado por la bitácora para averiguar por qué se hicieron estos memes y qué pretendo con ellos. O peor aún: que lo hayan hecho pero prefirieran ignorarlo. Esto podemos verlo claramente cuando el encabezado del meme sobre homicidios señala “Los hombres se asesinan entre sí por culpa de las feministas” o sobre los ahorcamientos en Irán “El feminismo está a favor de que asesinen a homosexuales.” No recuerdo haber culpado al feminismo de estas cosas. La autora ridiculiza así una postura que ella misma ha creado pero decide atribuirme a mí. Si quieren ver cuál era mi postura sobre el homicidio masculino, pueden consultarla en el artículo que dediqué a este tema.

Voy a recordar cuál era el propósito de los memes, como aparece descrito en la entrada:

En esta entrada recopilo la serie de memes titulada “…Pero no es un problema de género”, que publiqué en la página de Facebook para denunciar la invisibilidad de la discriminación y el sufrimiento masculino en los medios, la universidad y las instituciones tanto nacionales como internacionales, al menos desde una perspectiva de género. La idea es resumir el mensaje de forma breve pero al mismo tiempo proveer las fuentes y/o artículos necesarios para aquellos que quieran profundizar más en el asunto.

Aunque la intención original de la coletilla “…Pero no es un problema de género” tenía una connotación de tristeza, como bien recogió Nails Malenko en un video, con frecuencia ha sido interpretada como sarcasmo, o incluso de manera literal (algo así como “los hombres no nos quejamos”). Lo cual ha llevado a furiosas y/o indignadas reacciones como las que ya describí en su momento. Considero que la crítica de Marina Minara se encuadra en este contexto.

Quienes han seguido esta página, saben que mi postura no es la típica “el feminismo tiene la culpa de todo” (si bien tampoco está libre de culpa precisamente). Como he defendido muchas veces, lo que existe es un sistema de roles de género, no necesariamente un patriarcado, que asigna a los hombres un mayor estatus y a la mujer una mayor protección, y que tiende a resultar en una mayor mortandad masculina y un reducido papel de la mujer en la vida pública. Estos valores no son absolutos (pensemos en los indigentes varones o las mujeres asesinadas), pero se aplican a la mayoría de hombres y mujeres.

El feminismo ha luchado por eliminar las restricciones que impedían a las mujeres acceder al mismo estatus que tenía el hombre. Sin embargo, no ha pedido que simultáneamente se extienda una mayor protección al varón en asuntos determinados como el suicidio, los reclutamientos forzados o la trata de personas, y si la habido (por el momento no conozco casos) ha sido la excepción y no la regla. De hecho, la tendencia es pedir insistentemente cada vez más protección para la mujer. A esto obviamente no me opongo, salvo en aquellos casos donde dicha protección requiere la pérdida de la presunción de inocencia del varón o de socavar sus derechos.

En cualquier caso, los métodos y objetivos del feminismo ponen de relieve que esta ideología no es el mejor canal para tratar los problemas masculinos, ya que sus soluciones no pasan por admitir que el hombre tiene problemas, sino que el hombre es el problema. Esto desemboca en  soluciones abstractas como “deconstruir la masculinidad” en lugar de cambios políticos o legislativos concretos que puedan mejorar la vida de los hombres, como los que enumeré en la sección de Propuestas. Dado que no esperamos que el feminismo aborde nuestros problemas, lo lógico es que creáramos nuestros propios espacios para tal fin, motivo por el que nació esta bitácora y en cuyo contexto se encuentran los memes.

Respuesta a las 10 críticas

Nótese que los diez títulos en resaltado corresponden a lo que escribió la autora. Las aclaraciones entre corchetes sí son mías.

Aunque voy a tratar los diez puntos donde se critica mi trabajo, quiero empezar con el punto 4 para que tengamos presente algo de lo que allí se dijo en el resto de esta réplica. Este punto trata sobre los memes acerca de batidas, reclutamientos forzados y el servicio militar obligatorio. Allí la autora afirma:

…por cierto, el feminismo es bastante anti-belicista y no nos mola nada que se obligue a la gente a hacer la mili.

Como ya dije, no he culpado al feminismo de esto, pero ya que lo menciona voy a señalar unos datos que muestran lo contrario. Recordemos lo que ocurrió con la Guerra de Afganistán, donde la retórica feminista fue utilizada para justificar la invasión del país a fin de liberar a las mujeres afganas.

Marit Nybakk, quien presidía el Comité de Defensa Noruego, declaró en 2002 al diario nacional Dagbladet:

Ésta es una guerra de liberación y también una guerra para liberar a las mujeres de Afganistán. Por tanto el aspecto de los derechos de las mujeres es crucial para mí. Durante muchos años he estado gravemente preocupada por la extrema opresión de las mujeres bajo el gobierno talibán. Aquí en Occidente cerramos nuestros ojos al grotesco tratamiento al que las mujeres son sometidas porque no nos afecta.

Recordemos que en aquel entonces Noruega tenía implantado el servicio militar obligatorio sólo para hombres. Pero no hubo una sola mención (en ningún país) sobre la sangre que tendrían que derramar los hombres para alcanzar dicha liberación, mientras que instituciones como el servicio militar obligatorio masculino vulneraban su propia libertad.

Pero Marit Nybakk no estaba sola. Organizaciones de peso como la estadounidense Feminist Majority Foundation también ofrecieron su apoyo a la guerra de Afganistán. La feminista Hillary Clinton, apoyó igualmente una guerra de liberación femenina que costaría la sangre de miles de hombres, y también votó a favor de la Guerra de Irak. Del mismo modo, Barack Obama se ha declarado abiertamente feminista pero no ha eliminado el servicio selectivo (que el gobierno se reserve el derecho a los reclutamientos forzados), y de hecho durante su mandato se habló de incluir a las mujeres.

Cuando llegamos a este punto, es cuando se suele aducir que el feminismo no es monolítico, sino diverso. Aunque yo diría que Feminist Majority Foundation, creada por Gloria Steinem hace casi 30 años, es probablemente más representativa del feminismo que Locas del Coño. Y aunque no lo fuera, si el feminismo no es monolítico, no se podría afirmar tampoco, como hizo la autora, que el feminismo es “antibelicista”. Igual que no se podrían afirmar muchas otras cosas sobre este movimiento en general como hace a lo largo de todo el artículo. Pero dado que ella habla del feminismo como un todo por lo que cree que son tendencias generales, así lo haré yo a partir de ahora en cuanto a posturas que considero predominantes.

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Los hombres deberían expresar sus sentimientos y hablar de sus problemas… o mejor no

Nota previa. La incapacidad o imposibilidad de mostrar los propios sentimientos puede ser gravemente perjudicial, y también soy partidario de que los hombres puedan expresarlos. Sin embargo, no considero que la masculinidad tradicional sea la gran culpable de esto, sino más bien la imposición inflexible de este modelo. Hay muchos hombres que se sienten cómodos con él, prefieren guardar sus sentimientos (o una parte) para sí mismos y sienten un mayor autocontrol como resultado. No hay nada de malo en ello, como no lo hay en lo contrario, siempre que el modelo de masculinidad a seguir sea fruto de la elección personal y no se imponga a otros.

UN Women's HeForShe Campaign Special Event

Empecé a cuestionar los supuestos de género a los ocho años (…) Y a los 18, cuando mis amigos varones eran incapaces de expresar sus sentimientos (…) He visto a hombres jóvenes que padecen una enfermedad mental y no se atreven a pedir ayuda por temor a parecer menos “machos”. De hecho, en el Reino Unido el suicidio es lo que más mata a los hombres de entre 20 y 49 años de edad, mucho más que los accidentes de tránsito, el cáncer o las enfermedades coronarias. He visto hombres que se han vuelto frágiles e inseguros por un sentido distorsionado de lo que es el éxito masculino. Los hombres tampoco gozan de los beneficios de la igualdad.

Discurso de Emma Watson en Naciones Unidas, 20 de septiembre de 2014

La dificultad de los hombres para expresar sus sentimientos ha sido enarbolada por el feminismo para indicar a los varones que esta ideología también se preocupa por sus problemas. Y aunque por supuesto hay algunas personas en este movimiento que realmente lo hacen, no puedo sino concluir que esta preocupación por los sentimientos del hombre, en la mayoría de los casos, no es realmente sincera. De hecho, que sea la mayor preocupación feminista en torno al sufrimiento masculino proyecta la impresión de que los problemas del hombre son principalmente internos, y que un cambio de actitud es todo lo que necesita.

Para empezar hemos de preguntarnos, ¿cuántos estudios o encuestas de género, preguntan a los hombres por sus problemas? En el pasado hemos revisado un estudio que, por ejemplo, preguntaba a la mujer si había sido agredida por su pareja (p. 135), y al varón si había agredido a su pareja (en lugar de si él mismo había sido agredido, p. 139).

También recordamos el informe del Foro Económico Mundial donde utilizaron una metodología que ocultaba los problemas masculinos (p. 4-6):

El tipo de escala escogida determina si el índice recompensa el “empoderamiento femenino” o la “igualdad de género”. Para capturar la “igualdad de género” dos posibles escalas fueron tomadas en consideración. Una era la escala “positiva-negativa”, capturando el tamaño y la dirección de la brecha de género. Esta escala esencialmente penaliza tanto las ventajas de los hombres sobre las mujeres como las ventajas de las mujeres sobre los hombres, y da los máximos puntos a la igualdad absoluta. La segunda era una escala “unidireccional” que mide lo cerca que están las mujeres de alcanzar la paridad con respecto a los hombres pero no recompensa o penaliza a los países por tener una brecha de género en la otra dirección. Por tanto no recompensa a los países por haber excedido el punto de referencia de la igualdad. Consideramos que la escala unidireccional es más apropiada para nuestros propósitos.

Hay muchos otros ejemplos, como la inexistencia de macroencuestas a nivel nacional o regional sobre problemas masculinos, que sí hay para preguntar a las mujeres sobre violencia doméstica. Aunque quizá donde vemos más claro que al hombre no se le pregunta ni se le escucha es en los medios de comunicación (donde de hecho se le vilifica con frecuencia) como recogí en artículos anteriores:

Sesgo mediatico

Podemos concluir que en comparación con la mujer, al hombre no se le pregunta por sus problemas, algo que ya nos ofrece una pista sobre lo que realmente importan sus sentimientos.

Ahora bien, aunque no le pregunten, cuando el varón expresa sus sentimientos y habla de sus problemas, ¿se le escucha?

En el ya conocido artículo La discriminación masculina en 51 memes, pese a ser un simple bloguero que escribe en su tiempo libre, conseguí recopilar más problemas masculinos que todo el feminismo junto a lo largo de su historia (y quien no lo crea, le invito a que me pruebe equivocado). Cuando expresé mi frustración con esa invisibilidad desde una perspectiva de género en el álbum donde aparecieron originalmente, ¿cuáles fueron la reacciones?

En este artículo voy a recoger tres comentarios negativos por cada meme. Absolutamente todos provienen de mujeres (o perfiles aparentemente femeninos). La razón por la que he escogido sólo comentarios femeninos no es porque crea que las mujeres sean el principal problema. La cantidad y calidad de comentarios positivos y negativos hacia los memes ha sido similar en ambos sexos, e incluso ha habido algunas feministas que han mostrado su apoyo.

Sin embargo también he recibido ataques organizados desde este colectivo. En la primera imagen podemos ver el organizado por un hombre. En la segunda, una mujer utiliza el insulto de un comentarista para intentar cerrar la página.

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Como señalé anteriormente, la cantidad y calidad de comentarios positivos y negativos no ha sido muy diferente por sexo. La razón por la que me centro en las mujeres es otra: mostrar que el discurso “los hombres deben poder expresar sus sentimientos” tiende a centrar toda la responsabilidad en el hombre, y parece asumir que sólo ellos son el problema. Un ejemplo lo tenemos en el artículo de Michael Kaufman “Los hombres, el feminismo y las experiencias contradictorias de poder entre los hombres”. Allí encontramos fragmentos que señalan el ansia de poder masculino como responsable del proceso (p. 8, el resaltado es mío):

En términos más concretos, la adquisición de la masculinidad hegemónica (y la mayor parte de las subordinadas) es un proceso a través del cual los hombres llegan a suprimir toda una gama de emociones, necesidades y posibilidades, tales como el placer de cuidar de otros, la receptividad, la empatía y la compasión, experimentadas como inconsistentes con el poder masculino. Tales emociones y necesidades no desaparecen; simplemente se frenan o no se les permite desempeñar un papel pleno en nuestras vidas, lo cual sería saludable tanto para nosotros como para los que nos rodean. Eliminamos estas emociones porque podrían restringir nuestra capacidad y deseo de autocontrol o de dominio sobre los seres humanos que nos rodean y de quienes dependemos en el amor y la amistad. Las suprimimos porque llegan a estar asociadas con la feminidad que hemos rechazado en nuestra búsqueda de masculinidad.

La realidad, sin embargo, es que de nada sirve poder expresar los sentimientos si no hay nadie al otro lado que quiera escuchar. Y eso incluye tanto a hombres como a mujeres. Un discurso sobre expresión de sentimientos que no incorpore a ambos sexos sólo termina culpabilizando al hombre por su silencio, aunque afirme desear lo contrario.

En lo que corresponde a los memes, verán que la mayoría de las reacciones aquí enumeradas pueden resumirse en:

  1. Culpar a los propios hombres
  2. Redirigir la atención a los problemas que sufren las mujeres para minimizar el sufrimiento masculino
  3. Negar los datos consultados sin consultar las fuentes

Aunque no los he recogido, también hay numerosos llamamientos a “preocuparnos por los problemas de todos” que rara vez encuentro cuando se habla de problemas específicamente femeninos.

No he respondido a cada comentario porque las respuestas a estas objeciones ya fueron sobradamente respondidas en la sección de contraargumentos, y el artículo “Pero son otros hombres los que hacen eso… una forma hipócrita de silenciar debates de género”, entre otros, aunque he realizado algunas observaciones que encontrarán entre corchetes.

Sin más dilación les dejo con la galería de los horrores. Todas las faltas de ortografía pertenecen a las autoras de los comentarios.

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El abuso sexual a varones en Camboya y la narrativa que lo mantiene invisible

En esta entrada les presento una traducción del artículo de David Hutt publicado en Southeast Asia Globe y titulado “Los hombres olvidados: el abuso sexual a varones en Camboya.” La traducción ha sido realizada por David Jurado.

El texto es significativo no sólo por tratar la invisibilidad de los hombres violados, sino también por hablar de las consecuencias sociales que sufren, y sobre todo por señalar la desidia de numerosas ONGs, medios de comunicación y organizaciones internacionales hacia el problema, comenzando por Naciones Unidas.

Al final de la traducción les dejo algunas notas sobre el contenido del texto.

Los hombres olvidados: Abuso sexual a varones en Camboya

David Hutt

Traducido por David Jurado

Enormes cantidades de hombres son violados en Camboya. ¿Por qué entonces estos horrorosos crímenes permanecen ampliamente ignorados por las organizaciones de derechos humanos y los medios?

El ataque tomó lugar hace más de una década. Un hombre joven de cabello largo se encontraba en el baile ceremonial de un pequeño pueblo camboyano cuando cinco hombres lo forzaron a ir a un lugar cercano. Golpeado y ensangrentado, fue entonces brutalmente violado en grupo. Cuando terminaron, insertaron una botella de coca-cola dentro de su ano y la retiraron con fuerza, desgarrando su interior. Después lo dejaron desangrarse hasta morir.

Es una calurosa mañana de un lunes en Phnom Penh y, sentado en un pequeño restaurante francés, Alastair Hilton sacude su cabeza a la par que cuenta su historia.

En el 2008, Hilton, quien entonces estaba trabajando como consultor de trabajo social, escribió un impactante informe titulado Yo pensé que eso nunca le podía pasar a los chicos (I Thought It Could Never Happen To Boys). Fue el primer artículo de investigación centrado exclusivamente en los varones víctimas de abuso sexual en Camboya. La fatal violación en grupo fue solamente uno de los incidentes documentados, pero había otros: chicos Jóvenes obligados a masturbarse por monjes en pagodas; motociclistas pagando 1.000 rieles (0,25 dólares de EEUU) por sexo oral; niños en las calles golpeados violentamente hasta someterse a sexo anal…. Algunas veces los agresores eran extranjeros, pero principalmente se trataba de camboyanos.

Reunir estas historias no fue fácil. Hilton explica que el abuso sexual de varones en Camboya permanece ampliamente ignorado, puesto en duda por muchos y negado tanto por agresores como víctimas, para quienes hay mucho que perder si hablan.

Cuando historias como éstas son descubiertas, afirma Hilton, las reacciones típicas normalmente varían desde “eso es un tema de homosexualidad, no de abuso”, hasta “eres gay si dejas que eso te pase” y pasando por “él debió haber querido que pasara porque no se defendió”.

Además, la víctima corre el riesgo de ser abandonada por sus allegados; profesores, familia y amigos podrían ridiculizarlo; y hay padres que le negarían casarse con sus hijas. El agredido también puede terminar infectado de VIH. Sin apoyo, muchos empezarán a padecer problemas de salud mental, a recurrir a las drogas como una manera de seguir adelante o a ver la violencia como un medio de expresar su dolor. Para algunos, la vida puede llegar a ser demasiado angustiosa como para continuar con ella.

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Respuesta a la crítica de mi trabajo en El Universal

En una bitácora del diario El Universal Estefanía Vela Barba publicó un artículo donde se mencionaba mi entrada La discriminación masculina en 41 memes. Cito el contexto:

En meses recientes he visto distintos memes que han adquirido una popularidad inusitada que pretenden «recordarnos» cómo, si lo que se busca es la verdadera igualdad, no hay que olvidarnos de cómo los hombres también sufren y las mujeres también violentan. La compilación más memorable que he visto de estos argumentos es la de «La discriminación masculina en 41 memes».”

No está muy claro si en el resto del artículo la autora habla en general o de mi entrada en particular, pero de lo que no cabe duda es de que utiliza esta última como trampolín para lanzar su crítica. Por tanto, responderé a sus razones en lo que a mi trabajo se refiere.

Para empezar, decir que soy el autor de todos los memes, y no publiqué la recopilación para “buscar la verdadera igualdad”, señalar que “los hombres también sufren” o “las mujeres violentan”. Veamos qué dije en la propia entrada (énfasis mío):

En esta entrada recopilo la serie de memes titulada “…Pero no es un problema de género”, que publiqué en la página de Facebook para denunciar la invisibilidad de la discriminación y el sufrimiento masculino en los medios, la universidad y las instituciones tanto nacionales como internacionales, al menos desde una perspectiva de género.

Decir que el hombre también sufre es algo que sabemos todos, lo que rara vez se dice es que en muchas ocasiones lo hace por razón de género, y es esto último lo que me interesa visibilizar. Como veremos más adelante, podemos encontrar docenas de artículos sobre el sexismo experimentado por las multimillonarias de Hollywood, pero es imposible hallar uno solo que denuncie (desde una perspectiva de género) los reclutamientos forzados para la guerra en Ucrania, la discriminación de los hombres inmigrantes en el plan regulatorio de Marruecos o su exclusión por razón de sexo en numerosos programas microfinancieros destinados a aliviar la pobreza.

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El test de Bechdel: aplicación, contexto histórico e introducción de un equivalente masculino

En esta entrada les presento la traducción del artículo “The Bechdel test: Application, historical context and introducing a male equivalent” (El test de Bechdel: aplicación, contexto histórico e introducción de un equivalente masculino), escrito por Eivind Figenschau Skjellum y publicado originalmente en la página Masculinity Movies. La traducción ha corrido a cargo de nuestro comentarista habitual Murphy, autor de la bitácora Si eres hombre, eres culpable.

Como en toda traducción, he de señalar que su publicación en este espacio no significa necesariamente que nos suscribamos a todo lo que dice el artículo, sino que lo hemos encontrado lo suficientemente interesante como para debatir sus méritos.

El test de Bechdel: aplicación, contexto histórico e introducción de un equivalente masculino

Eivind Figenschau Skjellum

Escribo sobre los hombres en las películas. Escribo sobre cómo pueden servir para inspirarnos en alcanzar la grandeza.

Afortunadamente, también hay quien escribe sobre las mujeres en las películas. O más bien la falta de mujeres en las películas. Y cuando lo hacen, suelen recurrir al test Bechdel.

El test de Bechdel fue presentado por Alison Bechdel, dibujante estadounidense, en 1985. Aquí están sus humildes comienzos:

Bechdel Test

Una película, tal y como aparece en el cómic, pasa el test de Bechdel si:

  1. Aparecen al menos dos mujeres con nombre propio
  2. que hablan entre ellas
  3. de algo más que no sea un hombre

El test se ha vuelto muy popular en los círculos feministas y recientemente cines suecos anunciaron que a partir de ahora van a evaluar todas las películas mediante el test de Bechdel.

En otras palabras, el test se ha politizado.

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