Amos del lenguaje. Amos del discurso de género

…pero, en todo caso, lo que demuestra es que hay trescientos sesenta y cuatro días para recibir regalos de incumpleaños…

-Desde luego -asintió Alicia.

-¡Y sólo uno para regalos de cumpleaños! Ya ves. ¡Te has cubierto de gloria!

-No sé qué quiere decir con eso de la “gloria” -observó Alicia.

Humpty Dumpty sonrió despectivamente.

-Pues claro que no…, y no lo sabrás hasta que te lo diga yo. Quiere decir que “ahí te he dado con un argumento que te ha dejado bien aplastada».

-Pero “gloria” no significa “un argumento que deja bien aplastado” -objetó Alicia.

Cuando yo uso una palabra -insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso- quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.

-La cuestión -insistió Alicia- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

-La cuestión -zanjó Humpty Dumpty- es saber quién es el que manda…, eso es todo.

Fragmento de A través del espejo y lo que Alicia encontró allí (1871)

Introducción

Patriarcado, violencia estructural, feminicidio, violencia machista, masculinidad tóxica… En el debate público actual encontramos numerosos términos que anteriormente se limitaban a discusiones internas dentro del feminismo. Algunas palabras son de nuevo cuño, otras existían ya en trabajos académicos o eran de uso común pero se empleaban con un sentido distinto. Las hay que se definen de forma estricta, como por ejemplo “el feminismo es igualdad”; algunas cuyo significado es elástico, como emplear machismo para describir desde la discriminación legal hasta la división sexual del trabajo; y finalmente otras cuyo vago significado rara vez es cuestionado, como el término violencia estructural

¿A qué se debe toda esta proliferación de términos que han dominado los debates de género durante la última década?

El cambio de paradigma

Desde la tradición aristotélica se consideraba que la idea u objeto (significado) existía de forma independiente y era expresado por el hablante a través de la palabra (significante). Esta premisa sería cuestionada en un proceso que comenzó con Ferdinand de Saussure y culminó con Jacques Derrida: si los objetos o ideas existían fuera de los significantes, debía haber traducciones exactas entre distintas lenguas. Sin embargo, las traducciones a menudo se topan con palabras sin equivalencia en la lengua traducida, o que pueden ser similares pero no iguales, por lo que a menudo se recurre a aproximaciones. La unión entre el significado y el significante no correspondería así a una realidad independiente, sino a la convención social. No obstante, ha de clarificarse que no se niega la realidad misma, sino el acceso que tendríamos a ella a través del lenguaje y las limitaciones resultantes.

La importancia de estas conclusiones en cuanto al debate cultural en asuntos de género (entre otros) son significativas: si nuestro acceso a la realidad se produce a través del lenguaje, controlar y manipular el lenguaje puede transformar la forma en que entendemos la realidad. Se lograría así no sólo la victoria en la guerra cultural, sino también en el sistema de reglas donde impacto del lenguaje es más poderoso: la ley. 

En este artículo presentaré algunos de estos términos y cómo se emplean para limitar nuestra forma de entender la realidad.

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