Denuncias falsas (I). La perspectiva histórica

0,01%. Éste es el número oficial de denuncias falsas por violencia de género, repetido insistentemente por activistas y medios de comunicación.[1] Mucho se ha dicho y escrito sobre lo poco útil que resulta para estimar el número real de denuncias falsas existente.[2] Entre algunos de los argumentos encontramos que el porcentaje desestima la posibilidad de que haya un número indeterminado de denuncias falsas entre aquellas que se retiran, archivan o terminan en sentencia absolutoria, una suma que supone anualmente entre el 75% y el 80% de todas las denuncias por violencia de género,[3] sin contar los “falsos positivos” de algunas sentencias condenatorias.[4]

También se ha argumentado que el 0,01% no cuenta todas las denuncias falsas, sino únicamente aquellas que son perseguidas de oficio,[5] y que existe poca voluntad en este aspecto incluso cuando existen indicios claros de falsedad.[6] No es sorprendente, pues hay jueces que afirman abiertamente que este tipo de denuncias no existen,[7] o que el varón es “un animal de bellota que no cree en la igualdad”,[8] sin que se cuestione su idoneidad para el puesto. De alguna forma la revelación de que este 0,01% es, siendo generosos, una media verdad, no parece calar entre los medios de comunicación, que con excepciones muy puntuales,[9] han cerrado filas en torno a la cifra.

La validez de este porcentaje como representativo de la denuncia falsa en España es irrelevante para la prensa. El 0,01% pasa de ser un dato a convertirse en un mensaje: las mujeres españolas no mienten sobre este tema. Por tanto, y pese a los incentivos, la ley no se abusa, no perjudica a nadie y queda justificada. El 0,01% supone una necesidad política, y el que sea arropado por la prensa sin cuestionamiento parece invertir la función tradicional del “cuarto poder” para convertirlo en protector de la clase política, al menos en esta área.

El presente artículo, sin embargo, no tratará las denuncias falsas por violencia de género, sino que explorará tres casos históricos para poner en cuestión la narrativa de que las mujeres, al contrario que los hombres, no denuncian en falso incluso cuando existen incentivos económicos para ello o simplemente por enemistad personal.

Denuncias falsas por estupro a fines de la Edad Media (y más allá)

En el período tardomedieval encontramos un fenómeno poco conocido: las denuncias falsas por estupro, entendido como tener relaciones sexuales con una virgen mediante el engaño o la seducción, generalmente empleando la promesa de matrimonio. En un artículo dedicado a él podemos leer:

Así, en el último cuarto del siglo XV el Ayuntamiento de Bilbao se hizo eco de una práctica que se estaba extendiendo: mujeres que habían mantenido relaciones sexuales, y que no se ponían el obligatorio tocado en la cabeza para indicar al resto de su comunidad que ya no eran vírgenes, iniciaban una nueva relación con otro varón y luego lo demandaban judicialmente por una desfloración que había tenido lugar con anterioridad. A su vez en la legislación navarra del siglo XVII se indicaba que se recurría a estas prácticas «con ánimo de escoger maridos a su gusto» o para ser dotadas.[10]

Según Iñaki Bazán Díaz, al incentivo económico de obtener una dote se unía la facilidad para conseguirlo:

…el problema radicaba en el propio derecho que asistía a las mujeres a reclamar su desfloración y a la aceptación de su palabra con suma facilidad, simplemente con que existiera presunción o sospecha de delito (…) las mujeres carentes de dote o las que veían cada vez más lejos la posibilidad de un casamiento, urdían esta estratagema con la esperanza de que la Justicia atendiera a sus reclamaciones, lo que parece ser que ocurría con relativa facilidad.[11]

No es posible conocer la incidencia de estas denuncias falsas, pero una diferencia con respecto a la situación actual es que se intentaron tomar medidas a fin de reducir su número:

Para evitar estos fraudes, durante el siglo XVI en Vizcaya y a lo largo del siglo XVII en Navarra y Guipúzcoa, se estableció una legislación especial con vistas a limitar en el tiempo la persecución de este delito al hacer que prescribiera al pasar entre cuatro meses y dos años de acontecidos los hechos, según los casos.

Los cambios, aunque se produjeron, no fueron necesariamente fáciles. En Vizcaya por ejemplo se insistió en que “las simples presunciones no valieran (…) y tampoco únicamente la palabra de la mujer”, necesitando que hubiera involucrada fuerza (violación) o bien se probara una promesa de fe, palabra de casamiento o de interés que excluyera a deudos y parientes hasta el cuarto grado. Una petición a la corona para realizar estos cambios en 1580 fue denegada, y otra en 1617. A la tercera fue la vencida, y finalmente se consiguió en 1678. Navarra y Guipúzcoa no lograron estos mismos términos hasta entrado el siglo XVIII, y las denuncias falsas por estupro no descendieron hasta entonces.[12] En Francia hubo un problema similar con las denuncias de estupro, que llevó a una pragmática en 1779 para que sólo se castigaran casos violentos.[13]

Algunas denuncias falsas por estupro no eran necesariamente malintencionadas, y provenían de la desesperación, como los casos de mancebas con hijos que decidían denunciar a la que fue su pareja en caso de abandono.[14]

También es necesario recordar que la denuncia falsa no era terreno exclusivo de la mujer. Había hombres que por ejemplo denunciaban falsamente a sus esposas por adulterio para apropiarse de su dote,[15] la cual administraban, pero no podían disponer libremente de ella (por ejemplo venderla). Algunos fueros otorgaban al marido la posibilidad de matar tanto a la adúltera como a su amante si los encontraba en el acto, pero esta vía impedía al marido adquirir la dote de la asesinada.[16]

Las leyes de adulterio femenino, como las de estupro, ofrecían incentivos para la denuncia falsa, razón por la que se establecieron restricciones. En ningún caso se defendió a capa y espada que uno de los sexos era incapaz de mentir en este tipo de delitos con tal de proteger las leyes existentes.

Denuncias falsas por brujería

En un artículo anterior expliqué detenidamente un dato para muchos desconocido: que la mayor parte de las acusaciones de brujería fueron realizadas por mujeres. Adam Jones indicó que de 291 casos estudiados en Essex, el 55% de quienes acusaron a otras de haberlas embrujado fueron mujeres. En las cortes eclesiásticas de Durham constituirían el 61%, y en Yorkshire su también elevada prevalencia llevó a J. A. Sharpe a afirmar que “al nivel de aldea la brujería parece haber sido algo particularmente entretejido en las disputas de mujeres.”[17] Jones también realiza una puntualización necesaria:

El número de disputas relacionadas con la brujería que comenzaron entre mujeres puede haber sido [incluso] mayor; en algunos casos, parece que el marido, como “cabeza de familia” realizó declaraciones en nombre de su esposa, aunque la disputa original hubiera tomado lugar entre ella y otra mujer… Podría ser engañoso, por tanto, equiparar “informantes” con “denunciantes:” la persona que prestó declaración a las autoridades no era necesariamente quien disputaba directamente con la bruja.[18]

En las colonias que posteriormente formarían los Estados Unidos, el número de mujeres denunciantes también fue considerable. De aquellas personas que afirmaban padecer los tormentos de una bruja, las mujeres constituyeron el 86% del total.[19] Y en el infame juicio de Salem, por ejemplo, todos los denunciantes “embrujados” fueron mujeres.[20]

En el artículo mencionado argüí que aunque las denuncias no fueran intencionadamente falsas, todas las víctimas eran inocentes, pues el poder mágico como tal no existe. Sin embargo, no abordé las denuncias que sí eran intencionadamente falsas, también numerosas.  Tanto la gente de la época como los académicos actuales así lo afirman. Según Malcom Gaskill:

Los contemporáneos creían que muchas acusaciones eran falsas (…). La conclusión más segura es simplemente que deben haberse realizado denuncias falsas a sabiendas porque, al menos en teoría, las provisiones legales vagamente definidas proporcionaban un poder sin precedentes a todos los miembros de la comunidad para resolver sus conflictos y vengarse por cualquier cosa.[21]

El monarca James VI, conocido por su papel en la persecución,  retiró su comisión general contra la brujería en parte porque mucha gente realizaba acusaciones para ejecutar venganzas personales.[22] De hecho en las cazas de brujas que hoy perviven en otras partes del mundo la enemistad personal también se ha esgrimido como uno de los verdaderos motivos para acusar a otra persona de brujería.[23] En India, oficiales y analistas sociales afirman que “el velo de la superstición (…) sólo oculta el verdadero motivo tras los crímenes (…) ‘A menudo una mujer es tildada de bruja para poder echarla de la aldea y obtener su tierra, o para ajustar cuentas, rivalidades familiares o porque hombres poderosos quieren castigarla por rechazarlos sexualmente.’” [24]

Sobre Ghana, un artículo de Newsweek afirma que “una acusación de brujería a menudo tiene poco que ver con la magia, sino que es una manera de ajustar cuentas. Muchas de las mujeres (…) relatan historias de vecinos que envidiaban su repentino éxito. ‘Me iba tan bien (…)’ [pero ello] aparentemente provocó los celos de otra mujer, que supuestamente acusó a Adam de causar la muerte del niño de un vecino.”[25]

La enemistad personal y en ocasiones la posibilidad de apropiarse de los bienes del acusado constituían un incentivo para la denuncia falsa, algo que se contemplaba entonces, pero que en la España actual se niega presentando un porcentaje de denuncias tan ínfimo que en la práctica rechaza su existencia.

Denuncias falsas y linchamientos en el Sur de Estados Unidos

Las falsas acusaciones de violación y posterior linchamiento de varones negros constituyen uno de los capítulos más aciagos de la Historia de Estados Unidos. Myrdal Gunnar, basándose en un manuscrito de 1940, estimó que un tercio de las víctimas linchadas fueron falsamente acusadas. De este tercio un 23% habrían sido acusadas de violación o intento de violación.[26]

Es necesario puntualizar que hubo tanto hombres como mujeres que realizaron este tipo de denuncias. En el caso de los hombres Myrdal afirma que los motivos pudieron ser diversos: desde la percepción de que el sexo entre un varón negro y una mujer blanca debía obedecer necesariamente a la violación, hasta la presumida superioridad sexual del negro, pasando por aliviar la propia culpabilidad en la violación de mujeres negras. En el caso de las mujeres blancas, la denuncia podía servir para ocultar una relación consensual con el acusado, con otro hombre, por odio racial o por “los miedos psicopáticos de las mujeres blancas en sus contactos con los varones negros”.[27] Un ejemplo lo encontramos en el caso de un granjero negro que, en la pobreza, se acercó al domicilio de una mujer blanca para pedir comida. La mujer, al verlo, gritó aterrorizada, y fue asesinado por sus familiares varones.[28] Hoy día todavía quedan ecos de dichas actitudes.[29]

No contamos con estadísticas de cuántas denuncias falsas fueron realizadas por hombres o mujeres, pero sí sabemos que en cualquier caso la mujer blanca no adoptó un papel pasivo en los linchamientos. Como afirma Crystal N. Feismer en un apartado de su libro, “Damas que linchan”, las mujeres blancas: “denunciaron violaciones, identificaron a supuestos agresores, incitaron a las masas, dirigieron turbas, proporcionaron combustible y fuego para las piras de ejecución, dispararon a los cadáveres y rebuscaron suvenires después”, e incluye casos donde la supuesta agredida escogía el método de ejecución.[30]

Hay quien opinará que este escenario no comparable a los anteriores debido a que el linchamiento no formaba parte del aparato judicial, sino que suponía de hecho saltarse la justicia. Sin embargo considero que cuenta con elementos relevantes sobre las denuncias falsas en general. Primero, aunque las instituciones no participaban directamente, sí lo hacían de forma indirecta al exonerar a los implicados: apenas un 1% de los linchamientos resultaba en la condena de algún participante.[31] Segundo, desde el poder político también existía cierta aprobación: la ley anti-linchamientos de 1922 fue tumbada en el Senado,[32] y pese a varios intentos no será hasta 2018 cuando el linchamiento se convertirá en un crimen federal.[33] Tercero, la pasividad o incluso complicidad de la prensa también constituía un factor: Amii Larkin Barnard, describiendo la carrera de Ida Wells contra estos horrores, señala con respecto a los datos compilados por ella que “los periódicos blancos no estaban interesados”.[34] Y a menudo la versión que se presentaba en la prensa sin cuestionamiento era la de las turbas.[35]

Conclusiones

Los escenarios citados pueden parecer lejanos en el tiempo pero comparten con el caso español actual varios elementos: el incentivo económico y la predisposición a creer en la palabra de la mujer del primero,[36] la enemistad personal que se halla en el segundo y, salvando las distancias, el odio al otro por una característica inmutable que encontramos en el tercero, con la pasividad o complicidad de instituciones, políticos y prensa. Si estos factores podían constituir por separado un buen caldo de cultivo para la denuncia falsa, un escenario que incluye a varios o incluso todos ellos debería ser suficiente para guardar un sano escepticismo sobre su proclamada inexistencia.

El 0,01%, sin matices, supone imponer por estadística lo que niega la Historia y el sentido común: que la mujer, al contrario que el hombre, no manipula la ley, incluso cuando existen las circunstancias e incentivos idóneos para hacerlo. La respuesta intelectualmente honesta, que no sabemos cuántas denuncias falsas existen, es abandonada en favor de una verdad política: una media verdad (o media mentira) que se convierte en la narrativa oficial por ser políticamente útil.

Entiendo que la finalidad de quienes defienden el 0,01% es evitar que se debilite la credibilidad de la mujer maltratada y la desanime a denunciar, pero la inmensa mayoría de la ciudadanía puede aceptar la coexistencia de ambos fenómenos (maltrato y denuncia falsa) sin que ello suponga un juicio moral a la totalidad de uno u otro sexo. Sacrificar la verdad por una causa noble puede tener un precio mayor a largo plazo. Va más allá de negar el dolor de quienes han sufrido una denuncia falsa, de tratar diferente a los ciudadanos por razón de sexo o cimentar una narrativa que describe a la mujer como moralmente superior, añadiendo combustible al fuego de la polarización. Supone también una pérdida de credibilidad añadida para todos los implicados: instituciones, partidos políticos y prensa, que ya están empezando a pagar el precio.

Artículos relacionados


NOTAS

[1] Véase por ejemplo: Pilar Araque Conde, “Desmontando Mitos: Sólo El 0,014% de Las Denuncias Por Violencia Machista Son Falsas,” Público, September 6, 2016, sec. Sociedad,
https://www.publico.es/sociedad/0014-denuncias-violencia-machista-son.html; Europa Press and EFE, “La Fiscalía señala que sólo el 0’01% de las denuncias por violencia machista son falsas,” El Mundo, September 5, 2017, sec. Sociedad, http://www.elmundo.es/sociedad/2017/09/05/59aec40022601d052f8b4574.html; María R. Sahuquillo and Elena G. Sevillano, “Derribando el bulo de ‘los Cantó,’” El País, February 25, 2013, sec. Socieda, https://elpais.com/sociedad/2013/02/25/actualidad/1361829987_135140.html.

[2] Posiblemente el mejor resumen de toda esta controversia se encuentre en Cuca Casado, «Violencia de género», en Desmontando el feminismo hegemónico (Madrid: Unión Editorial, 2021), 201-26.

[3] Comunicación Poder Judicial, “Estadística Judicial 2011: El número de denuncias por violencia de género se mantiene en 134.000 casos,” Poder Judicial España, April 12, 2012, http://www.poderjudicial.es/cgpj/es/Poder_Judicial/Noticias_Judiciales/Estadistica_Judicial_2011___El_numero_de_denuncias_por_violencia_de_genero_se_mantiene_en_134_000_casos.

[4] Teniente Kaffee, “¿Denuncias Falsas?,” eldiario.es, accessed November 23, 2015, http://www.eldiario.es/protesto-senoria/Denuncias-falsas_6_423167684.html.

[5] Ser Hombre No Es Delito, Denuncias falsas… ¿Cuántas hay?, Youtube video, 2019, https://www.youtube.com/watch?v=jwlAmzRNL8A.

[6] Bou, “¿Solo el 0,014% de las denuncias por violencia machista son falsas?,” Medium (blog), September 6, 2016, Ver en Medium.com Bou, “La bula de las denuncias falsas,” El saco del Coco (blog), February 4, 2019, https://medium.com/el-saco-del-coco/la-bula-de-las-denuncias-falsas-b5f884966d6f.

[7] Raquel Quílez, “Sonia Chirinos: No vamos a superar la violencia de género porque la aceptamos como algo normal,” El Mundo, May 24, 2016, sec. Sociedad, http://www.elmundo.es/sociedad/2016/05/24/5734610946163fbd2c8b4573.html.

[8] José Manuel Pan, “Roberto Barba Alvedro: «Que un hombre le diga a una mujer que no vale para nada es violencia»,” La Voz de Galicia, December 11, 2016, sec. Galicia, https://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2016/12/11/roberto-barba-alvedro-hombre-diga-mujer-vale-violencia/0003_201612G11P12995.htm.

[9] Juan Soto Ivars, “Dos palabras: denuncias falsas,” El Confidencial, December 18, 2018, sec. Sociedad, https://blogs.elconfidencial.com/sociedad/espana-is-not-spain/2018-12-14/denuncias-falsas-violencia-genero_1705894/.

[10] Iñaki Bazán, Ricardo Córdoba de la Llave, and Cyril Pons, “Transgresiones sexuales en la Edad Media/Renacimiento,” Florilegio Medieval, accessed July 12, 2016, http://www.vallenajerilla.com/berceo/florilegio/florilegio/transgresiones.htm.

[11] Iñaki Bazan Díaz, “El estupro. Sexualidad delictiva en la Baja Edad Media y primera Edad Moderna,” Mélanges de la Casa de Velázquez 33, no. 1 (2003): 34. [Énfasis añadido]

[12] Bazan Díaz, 35–36.

[13] Bazan Díaz, 36.

[14] Bazan Díaz, 37.

[15] José Patricio Aldama Gamboa, “Sexualidad, escándalo público y castigo en Bizkaia durante el Antiguo Régimen” (Tesis doctoral, Universidad del País Vasco, 2015), 699, https://addi.ehu.es/handle/10810/21728.

[16] Alejandro Morín, “Matar a la adúltera: el homicidio legítimo en la legislación castellana medieval,” Cahiers d’Études Hispaniques Médiévales 24, no. 1 (2001): 365, https://doi.org/10.3406/cehm.2001.1185.

[17] Adam Jones, “Gendercide Watch: European Witch-Hunts,” Gendercide Watch, accessed May 25, 2016, http://www.gendercide.org/case_witchhunts.html.

[18] Jones.

[19] Dorothy A. Mays, Women in Early America: Struggle, Survival, and Freedom in a New World (Santa Bárbara, Denver and Oxford: ABC-CLIO, 2004), 428.

[20] Ana Kocic, “Salem Witchcraft Trials: The Perception of Women in History, Literature and Culture,” Facta Universitatis, Linguistics and Literature, 8, no. 1 (2010): 2.

[21] Malcom Gaskill, “Witchcraft in Early Modern Kent: Stereotypes and the Background to Accusations,” in Witchcraft in Early Modern Europe: Studies in Culture and Belief, ed. Jonathan Barry, Marianne Hester, and Gareth Roberts (New York and Melbourne: Cambridge University Press, 1998), 282. [Énfasis en el original]

[22] Christina J. Larner, “‘Crimen Exceptum’? The Crime of Witchcraft in Europe’,” in Crime and the Law: The Social History of Crime in Western Europe since 1500, ed. V. A. C. Gatrell, Bruce Lenman, and Geoffrey Parker (London: Europa Publications, 1980), 57.

[23] Jones, «Gendercide Watch: European Witch-Hunts».

[24] McCoy, “Thousands of Women, Accused of Sorcery, Tortured and Executed in Indian Witch Hunts.”

[25] Grove, “Africa’s Modern Day Witch Hunt.”

[26] Gunnar Myrdal, American Dilemma: The Negro Problem and Modern Democracy (New York and London: Harper Brothers Publisher, 1944), 561, http://archive.org/details/AmericanDilemmaTheNegroProblemAndModernDemocracy.

[27] Myrdal, 562.

[28] Dora Apel, Imagery of Lynching: Black Men, White Women, and the Mob (New Brunswick, New Jersey and London: Rutgers University Press, 2004), 40.

[29] Morgan Jerkins, “Why White Women Keep Calling the Cops on Black People,” Rolling Stone (blog), July 17, 2018, https://www.rollingstone.com/politics/politics-features/why-white-women-keep-calling-the-cops-on-black-people-699512/.

[30] Crystal Nicole Feimster, Southern Horrors: Women and the Politics of Rape and Lynching (Cambridge, Massachussets and London, England: Harvard University Press, 2009), 142–57.

[31] Equal Justice Initiative, “Lynching in America: Confronting the Legacy of Racial Terror,” Report Summary (Montgomery, Alabama: EJI, 2015), 18, https://eji.org/sites/default/files/lynching-in-america-second-edition-summary.pdf.

[32] Myrdal, American Dilemma, 565.

[33] Elise Viebeck, “Senate Unanimously Approves Bill to Make Lynching a Federal Hate Crime,” The Washington Post, December 19, 2018, sec. PowerPost, https://www.washingtonpost.com/powerpost/senate-unanimously-approves-bill-to-make-lynching-a-federal-hate-crime/2018/12/19/b21aa68a-03c8-11e9-9122-82e98f91ee6f_story.html.

[34] Amii Larkin Barnard, “The Application of Critical Race Feminism to the Anti-Lynching Movement: Black Women’s Fight against Race and Gender Ideology, 1892-1920,” UCLA Women’s Law Journal 3, no. 0 (1993): 17.

[35] Myrdal, American Dilemma, 561, n. a.

[36] Además del 0,01%, cabe destacar nuevamente el caso de la jueza Sonia Chirinos, que afirmó no creer en las denuncias falsas, afirmando que era un hecho matemático. Quílez, “Sonia Chirinos: No vamos a superar la violencia de género porque la aceptamos como algo normal.”

5 comentarios sobre “Denuncias falsas (I). La perspectiva histórica

  1. Sobre las denuncias falsas el enlace que planteas Carlos https://blogs.elconfidencial.com/sociedad/espana-is-not-spain/2018-12-14/denuncias-falsas-violencia-genero_1705894/ Juan Soto dice lo siguiente:
    “Creo que es urgente disolver el tabu. De lo contrario, los de Vox serán percibidos como los portadores de una incómoda verdad de la que nadie quiere hablar, y sabemos que no hay mejor campaña que esta para un partido radical. “
    Yo haria varias preguntas sobre dicha afirmacion:
    ¿Los de Vox son un partido radical y el movimiento feminista no lo es?
    ¿Decir que todos los varones son potenciales violadores no es una afirmacion de un movimiento radical?
    ¿Prohibir el consumo de alcohol, la pornografia y la exhibicion de desnudos no es propio de un movimiento radical?
    ¿Expoliar a los varones no es un problema? ¿Coaccionarles para mantener de por vida a sus ex esposas no es un problema? ¿Fomentar el parasitismo social no es un problema?
    ¿El unico problema de que a personas inocentes les puedan encarcelar sin motivo el unico problema que plantea es el de que Vox gane votos?
    ¿Que por denuncias falsas se haya descuartizado, mutilado, y quemadas vivas supuestas brujas en Europa y supuestos violadores negroe en Estados Unidos tampoco ha sido un problema?
    ¿Que miles de hombres mueran al año en España coaccioandos y extorsionados por la Ley para pagar hijos que no son suyos en una sociedad que repite el eslogan de que las mujeres tienen el derecho a elegir ser o no madres no es un problema?
    ¿Realmente el problema es solo Vox?

  2. https://www.elespanol.com/reportajes/20190408/caida-juana-rivas-denuncias-maltrato-archivadas-inverosimiles/389461408_0.html

    “La resolución judicial detalla que Juana Rivas utilizó a sus hijos como «escudos humanos» y que les obligó a alinearse «con el progenitor que ellos entendían más frágil». Les hizo narrar, explica el escrito del fiscal Gaetano Porcu, agresiones que en realidad nunca existieron.”

    Sin embargo siguen sin existir.
    a) Denuncias Falsas
    b) Sindrome de Alienacion Parental
    c) Cientos de miles de varones que se juegan la vida y la salud para NO TENER DERECHOS
    d) Parasitos y parasitas que se están riendo a la cara de los que están perdiendo la salud para pagar un puñetero apunte en un libro de Familia

    ¿Los hijos siguen de las mujeres, pero la obligación de mantenerlos de quien?

  3. Carlos en este enlace declaran que el 98% de las denuncias presentadas por “Infancia Libre” fueron archivadas.

    https://www.telecinco.es/elprogramadeanarosa/infancia-libre-abogada-psiquiatra-denuncias-archivadas_18_2754945055.html

    Creo que seria interesante indagar la “naturaleza” de dichas denuncias “archivadas”.

    No debería opinar, pero teniendo en cuenta que dos de las madres de “Infancia Libre” son secuestradoras de sus hijos me atrevería a deducir que dichas “denuncias archivadas” son contra el padre bajo la acusación de “abusador sexual” o “maltratador tanto de la madre como de los hijos”.

    Es decir “denuncia archivada” que no computa como “denuncia…….falsa”.
    Antiguamente se le llamaba……”Calumnia”

    Hoy gracias a la maravillosa Ley de Genero sencillamente …..”denuncia que no se ha podido demostrar” o “Denuncia Archivada”

    Bajo el amparo y protección de Partidos como el PSOE, PP, Podemos, etc se ha dado todo tipo de apoyos a grupos y asociaciones que promueven la calumnia, el secuestro de niños, etc.

    Y estaré muy equivocado pero considero que el “secuestro de niños y niñas” constituye una forma de maltrato.

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